viernes, 17 de abril de 2009

Ref: Solicitud Licencia (¡La famosa!)

Después de una peregrinación entre oficinas universitarias, embajadas y demás, de duración cercana a un mes, ya casi puedo asegurar que estaré ausente durante un tiempo. Hasta fines de junio. Disculpen el silencio escrito, entonces.

Me produce mucho placer volver a la comunicación humana, cara a cara o a través de palabras sencillas y directas. Después de tener que escribir cartas oficiales que me autoricen a escribir una carta oficial que viabilice la emisión de un certificado, no será ya esfuerzo pedir un abrazo a alguien que encuentre frente a mí, mirándole a los ojos. Espero.

No sé si todo será mejor o peor con la visa o sin ella. Pero algo he confirmado: que la burrocracia es un buen lecho de la colonia. Complejos de superioridad, de inferioridad, lógicas inentendibles y exclusoras, opas en cada esquina (obviamente también de los otros).

Sumario de los personajes infames que encontré:

- El Cobarde: miedo a su superior. Poder sin poder y sin cabeza, resultado: una piedra gigante en el camino. El que debía afirmar que me podían dar el Papel. Pero le dió un ataque de sistitis y desapareció por un conducto de aire. Dejó en el camino un zapato.
- El Gran No: un tipo de cara adormecida, poco pelo y el tic compulsivo de decir "no". La encarnación de la congestión nasal, digo oficial. Lamentablemente, era este personaje el único habilitado para darme el Papel.
- La Burócrata Tras El Vidrio: en la embajada, la que recibe los papeles. La que preguntó a una consagrada titiritera: "¿No tiene título académico?" y la miró despectivamente. Realmente, otra lógica.
Ni quieren saber en qué condiciones quedaron éstos después de unos minutos de imaginación.

Por suerte, y como la heroína de esta tonta aventura, apareció:

- La Lógica: La única que se dió cuenta de lo tonto que era no emitir el Papel ese. Con sus buenas intenciones logró volcar la situación. Gracias, che, aunque no pude imaginar para tí más que algunos pájaros desplumados y un par de cd's rayados, pero con lucecitas (de esos que se cuelgan en los micros, ¿no ve?).

Comprenderás con esto la devastación que en mí producen las oficinas.

2 comentarios:

gabriel rivero dijo...

Querida isla (en este momento caigo en cuenta que las islas, más que otros seres o predios, pueden ser masculinos o femeninos sin que esto impacte en su belleza)tragué un grumo doloroso de saliba mientras leía la dificil vivencia que relatas y fuí recordando momentos de sufrido astío parado sin entender que para ser debo estar encacillado dentro una foto, que para colmo de males siempre es mi peor cara (puedo jurar que soy más lindo). Bueno en todo caso tambien me recordó a un tipo atormentado por la burocrácia, un tal Kafka, que escribió un cuento maravilloso que está dentro de su libro "El Proceso" llamado "Ante la ley". Un gusto leerte, lo del gato encerrado me sacó una carcajada en un lugar en el que la "ley" no te permite reir, gracias.

isla dijo...

Gabinho!
Ya pasó, ya pasó esa cosa con los trámites. Si pues, ante estas mierdas no hay que ahorrarse el descontento y una cara feroz(como la del gato hoy borrado) y quién sabe qué otras acciones -siempre que sean impunes. Hablando de tormentos, qué me dices de las clases obligatorias de religión? Por suerte nunca me preguntaron "tienes fe?" literalmente. No creo que haya sido por "tacto", tal vez olfato...el azufre es clarito. Abrazo.