sábado, 12 de diciembre de 2009

El esquimal

"La vida gira, crea, se reproduce..."

Aún en el polo norte, en un desierto de nieve seca. Blancura total, aullidos de lobos por las noches y de día el viento.

Y una familia, como cualquier otra, vive allá. Con sus 37º de temperatura corporal, igual que tú.

Construyen su casa con sus propias manos. Matan con sus manos al animal que se comerán. Enseñan a sus hijos -en persona- lo necesario para vivir. Duermen, caminan, aman.

Ellos de un lado de la pantalla, a principios de siglo. Yo, hoy, de este lado del dvd, pensando que tal vez los frágiles hielos en que ellos caminaban la vida ya no existan.

¿Quién me verá mañana del otro lado de alguna pantalla? ¿Qué conclusión sacará?

Lo tenebroso es que estas respuestas ya las sabemos.

A través del universo

Es imposible tragarse una historia mediocre y mal contada.

Aplicado al relato oral, es terrible -y queda registrado en la Historia- el momento en que el culpable carraspeó e hizo chirriar su silla, señales para que todo el mundo pusiera atención por sincero interés o amabilidad. Ese momento, en que todos renunciaron a sus conversaciones, especulaciones individuales y pusieron "play" a la tortura...

"Across the universe" se llamaba la película que vimos hace unos días, a propuesta mía. No hubo película que me hiciera sentirme más anclada en mi asiento, prisionera de la odiosa simulación de parahipnosis. Todo el mundo simuló que se la creía.

Lo peor -en este caso- no es la falta de puntos supensivos (ni si quiera hubo pasión, Sabina) sino que los puntos suspensivos estén hechos de verguenza, de todas las otras cosas útiles, bellas que no se pudieron hacer en esas dos horas, y de un perdón que aún no pedí.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Tiempo

Es media hora después de la mitad de la noche. La pantalla no refleja mi rostro. Miro a la ventana, que da a la oscuridad. Me mira mi reflejo, y no puedo sonreirle .
Me acompaña una canción suave, perfecta, en acordeón, sigo escribiendo.
Vuelvo a mirar por la ventana, no me interesa el patio, no me interesa el día. Veo mi cara. Y no puedo sonreir. Es una noche fresca, hay planes para mañana.


Entonces, ¿por qué no sale la sonrisa?

Quizás porque la canción no es sólo un conjunto de notas. Quizás porque la pantalla no tiene sólo información, porque la palabra "noche" cada noche renace y significa otra cosa. Seguramente, porque en este momento los motivos para sonreír se quedaron afuera, con los mosquitos, con la noche, conmigo.

10/12/09

martes, 8 de diciembre de 2009

Cerezos en flor

Renacer a partir de lo perdido

La flor del cerezo es el símbolo de la temporalidad (¿de lo querido?), de lo efímero, de nosotros mismos. La película “Cerezos en flor” comienza con imágenes del monte Fuji, en Japón, que con su belleza y contundencia simboliza más bien todo lo contrario, permanece.

A pesar de las alusiones del título, la historia que narra el film comienza en Alemania. Sabiendo que su marido morirá pronto de cáncer, Trudi lo arranca de su rutina de casi jubilado, precipitando escenas muy cargadas de tensión, aunque visualmente sencillas. Los típicos reencuentros familiares revelan cuánto se puede querer a un padre de piedra; los diálogos sobre la muerte se revelan macabros al comprobarse que quien morirá es…ella.

Recién entonces su esposo –el hombre duro, el responsable, el que puede pasar 20 años trabajando tras un escritorio sin amarlo ni odiarlo- siente que ha perdido algo fundamental. Pero no puede bailar su tristeza, no puede pintarla ni cantarla; es de piedra. Le queda sólo un espantoso hueco lleno de fantasmas, fotos, kimonos; una casa callada. Nadie le regala una muerte tajante, de corte fino (casi ninguno de nosotros la merece u obtiene). Y el desahuciado sigue siendo él.

En esta densidad de situaciones, provocan sonrisas y suspiros algunas imágenes cortas, simples, bellas banalidades que relativizan lo denso. Lo temporal de un gato que camina, un pato indiferente, moscas y niños son símbolos de lo singularmente eterno, que nuestra tristeza suele sobre percibir o, en el caso de Rudi, ni nota.

El Bhuto es un baile japonés, pasión reprimida de su mujer. Es lo único que le queda ahora a él. Y su acto de amor –y de supervivencia- consiste en cumplir ese sueño, tan ajeno como para él mismo fue el acto de soñar. El escenario: Japón.

A pesar de toda la carga de melancolía que tiene la historia que cuenta “Cerezos en flor”, rebalsa esperanza y conciencia para cada segundo. Lo perdido no vuelve.

Si me pidieran contar el tema de la película en una frase, les contestaría con el título de este artículo. Conocer lo amado a partir de sus cenizas, a veces hasta hacerte ceniza también. El loco encontrado muerto al lado de un lago, al pie de una de las más bellas montañas, sabe bien por qué sonríe.

Alejandro Dolina afirma que los únicos paraísos que existen son los que hemos perdido. No voy a contradecirlo, ni afirmar lo mismo. Vaya cada uno a buscar su paraíso, no espere que muera alguien. Patee la inercia, la mediocridad. Ve a recuperar lo perdido, aunque te pierdas en el camino. Algo nacerá de tanta muerte, si lo buscas tú.



Y una canción, para acompañar lo que queda.

martes, 1 de septiembre de 2009

Entre...

El material para trabajar está listo sobre la mesa.

Están libros abiertos en la página precisa. Y la mayoría son fotocopiados, sin remordimientos, pues la librería me saboteó perfectamente cuando intenté buscarlos en original.

Hay cosas muy normales acá, esta noche acompañándome. La tacita de cedrón que vacié me mira desde su digna posición, al lado de la pantalla. Hay un micrófono que cuelga entre mi cara y la pantalla, sin tener nada que hacer allí; o mejor: nada que oír de mí.

Hay incluso una biblia (más a la derecha, y sin comentarios) que me enseña su encuadernación casi desencuadernada, y me hace recordar un poco a los desvaríos de mi abuelita, que creo que tampoco tiene dientes.

Las ideas para trabajar están ordenadas en mi cabeza.

Ya pensé la estructura en que las voy a presentar. Están legalmente plagiadas y "originalmente" complementadas.

Hay ideas bastante cuerdas acá, esta noche. No he ido en vano a la biblioteca a doblar la espalda y escribir a mano durante todo el día de hoy. Pero aparte, hay otras ideas que creo que son las verdaderas culpables de esta cínica improductividad.

Es que la racionalidad ha entrado en terreno prohibido. Entró con su balde de barro allí donde no hay esquemas, donde no hay verdades ni posesiones; y en compensación recibes lo que Jodorowsky definía como "el resplandor de la verdad": poesía. Ha disecado la fruta y robado la semilla. Y yo no soy ningún pretexto que hoy pueda...

Y...ya, después de esa declaración de tono "intimista" (con profusión de sombras y casi casi de palabras difíciles); decepcionada de la vida y ya toda convertida en una fría empresaria al servicio del capital, me voy a afilar algunos dardos de la explotación: la "insensibilidad" y el conocimiento al servicio del fascismo.

Yaa.....¡Se habián creido! Je Je. Eso NUNCA sucederá; porque aunque hay enfermedades incurables (tan parecidas al cólera, en síntomas, dice), hay luchas y rabias inquebrantables también. Nos vemos en la cancha.

Hora de trabajar, aunque en verdad esté soñando con una siesta en medio de alguna selva sin mosquitos, lejos, leeeeejos. Aj...esta pasión por lo imposible, tan específico, tan imposible. Ni modo. Va más allá de la razón....¿o no?

lunes, 31 de agosto de 2009

De nuevo acá - acá

Ya ya, llegó la hora de volver a escribir. Si, dos meses después de lo prometido, y "casi" no tengo excusas. Para evitar cualquier desilusión adicional, ¡Ahorremos las promesas y pasemos a la acción!

Primero: un haiku japonés, su autor es el poeta Kobayashi.

La primavera ha llegado
pero mi felicidad
es moderada

Este haiku aparece junto con otros en una película japonesa, dirigida por Fumio Kamei. No vi la película, nunca había oído de este poeta ni del director. Qué cosa rara es leer un libro sobre películas, que describe, resume, analiza....pero no "muestra" el objeto del deseo...¡No puede!

Mas bien deja una -muchas- amargura, una ausencia más en los ojos, que no pueden saltar de la cara y huir a través del tiempo hasta alguna sala anónima de cine, en cualquier parte del mundo, para ver y creer.

Y, bueno. Hablando de lo que "dice" el poema...La primavera está a punto de llegar; aún en este país, en que las estaciones no se muestran tan extremas (aunque estuvo friecito el invierno). Y desde ya, los giles que buscamos más razones (o por lo menos alguna) para ver lo bello de la vida estamos afilando los oídos, para imaginar el canto de las golondrinas que llegan desde otros inviernos. Estamos diciendo "¿Ves cómo se ponen más amarillos los ojos del gato?¿Notas la tensión interna de ese ciruelo? ¡Quiere florecer ya!" Nadie puede quitarnos el derecho de creernos imaginadores únicos y todopoderosos de una primavera que quizá sea como cualquier otra.

Pero ojalá un poco mejor. Por favor. Agosto estuvo fatal.

viernes, 17 de abril de 2009

En julio, cuando vuelva, serán mejorados muchos artículos publicados: su mala redacción, su falta de argumento y redundancia. Las miles de desordenadas ideas secundarias serán borradas o encontrarán su lugar definitivo: modesto o contundente.

Las comas adquirirán regularidad de respiración. Los puntos aparte serán justos descansos para reflexionar. Los puntos finales serán puntos finales, al fin. Y, en fin...algunos puntos suspensivos se harán camino tal vez.

Como dice el maestro galeano, hay que cultivar la memoria en iguales proporciones que la esperanza y algún otro añadió que hay que caminar al mismo tiempo que soñar.

Me voy a recoger historias, a vivir algunas otras. A afilar armas y alimentar la convicción de que se puede ser feliz, de que Venceremos.

Nos vemos en julio, si no me ganan antes las ganas de escribir.

Ref: Solicitud Licencia (¡La famosa!)

Después de una peregrinación entre oficinas universitarias, embajadas y demás, de duración cercana a un mes, ya casi puedo asegurar que estaré ausente durante un tiempo. Hasta fines de junio. Disculpen el silencio escrito, entonces.

Me produce mucho placer volver a la comunicación humana, cara a cara o a través de palabras sencillas y directas. Después de tener que escribir cartas oficiales que me autoricen a escribir una carta oficial que viabilice la emisión de un certificado, no será ya esfuerzo pedir un abrazo a alguien que encuentre frente a mí, mirándole a los ojos. Espero.

No sé si todo será mejor o peor con la visa o sin ella. Pero algo he confirmado: que la burrocracia es un buen lecho de la colonia. Complejos de superioridad, de inferioridad, lógicas inentendibles y exclusoras, opas en cada esquina (obviamente también de los otros).

Sumario de los personajes infames que encontré:

- El Cobarde: miedo a su superior. Poder sin poder y sin cabeza, resultado: una piedra gigante en el camino. El que debía afirmar que me podían dar el Papel. Pero le dió un ataque de sistitis y desapareció por un conducto de aire. Dejó en el camino un zapato.
- El Gran No: un tipo de cara adormecida, poco pelo y el tic compulsivo de decir "no". La encarnación de la congestión nasal, digo oficial. Lamentablemente, era este personaje el único habilitado para darme el Papel.
- La Burócrata Tras El Vidrio: en la embajada, la que recibe los papeles. La que preguntó a una consagrada titiritera: "¿No tiene título académico?" y la miró despectivamente. Realmente, otra lógica.
Ni quieren saber en qué condiciones quedaron éstos después de unos minutos de imaginación.

Por suerte, y como la heroína de esta tonta aventura, apareció:

- La Lógica: La única que se dió cuenta de lo tonto que era no emitir el Papel ese. Con sus buenas intenciones logró volcar la situación. Gracias, che, aunque no pude imaginar para tí más que algunos pájaros desplumados y un par de cd's rayados, pero con lucecitas (de esos que se cuelgan en los micros, ¿no ve?).

Comprenderás con esto la devastación que en mí producen las oficinas.

Colgaderas sádicas

No sé si alguna vez, en medio de una conversación, te has ido a la luna. Te has "colgado", diría un amigo. Me refiero a cuando la imaginación te agarra de una oreja y te lleva a pasear al polo norte, encarnado en un oso blanco de esos que mueren ahogados por no encontrar icebergs; te lleva al bosque negro, al lado de un lago tan plano como un espejo, en medio de una noche de lobos; te lleva a algún país abusivo a sembrar baobabs, o al patio de tu amor platónico a sembrar alguna florcita anónima.

Seguramente te ha pasado.

Las conversaciones con burócratas, y funcionarios en general, tienen en mí la propiedad de estimular estas "colgaderas", pero sádicas. Si alguna vez me encuentras en la calle y me pides un certificado (ni qué decir en una oficina, con todo ese aire viciado por los trámites), ten por seguro que mientras dulcemente te sonrío y pregunto "¿A quién debe ir dirigida la solicitud?", estoy imaginando que un misil recién lanzado desde Islandia tiene por destino el lunar de tu oreja derecha. Puedo estar imaginando que el coágulo mortal que destroce tu cerebro está a sólo unos centímetros de su meta. Puedo estar imaginando que a tus mangas les crecen dientes de piraña y te mutilan las manos. Imagino un borrador gigante que te borra. El que las imágenes sean dignas de un cuento o de un periódico de crónica roja barata, depende de variables como el clima, el nivel de mi resfriado, tu corte de cabello, de si ese día pude ver algún músico callejero o no (y de su calidad).

Estas imágenes no son precisamente de las que se olvidan rápido,¡no! Se acumulan y después de un tiempo se congestionan. Los efectos en la salud son similares o peores que la sinusitis de la semana pasada.

Gracias por este dolor de cabeza, embajada, U y demás. Es el complemento -o relevo- perfecto para esta gripe. Sin ustedes, el mundo sería realmente mejor. Una pena, en fin.

jueves, 2 de abril de 2009

Estatuas vivas (versión algo mejor)

Llego unos minutos tarde y Claus ya está en mi casa. Lo encuentro sentado en el sillón de mimbre, frente a la ventana, con pantalones de cuero, tirantes, camisa blanca y una nariz de payaso.

¿Listos?, pregunta. Rato depués, ya equipados con todo lo necesario para esta tarde (una sillita y una cajita metálica) nos trepamos a un taxi rumbo a la plaza principal.

A través de la máscara lila, bajo el gorro larguísimo del mismo color, y tras el acordeón veo a los transeúntes mirarnos con sorpresa. Estamos en el centro de la plaza. Con la música, las señoras detienen su camino, los niños paran la oreja y ni intentan reprimir la sonrisa que voltea su mirada hacia nosotros. Un señor de unos cincuenta años, asiento diagonal derecha, se instala para no moverse durante todo el tiempo que nos quedemos.

A medida de que pasan los minutos y las canciones, algunos otros personajes más llegan a acompañarnos con su propia magia, por ejemplo un grupo de niños con guardapolvos casi blancos que, al terminarse sus moneditas, gritan: "¡ya! ¿ahora quién va a poner? ¡pongan ustedes!.
Después de recoger a sus dos niñas, pasa también una oficinista que acepta bailar un vals con el payaso; pasa, finalmente, una señora que se acerca a poner una moneda y parece que roza el suelo, que no camina...

El agua de la fuente sigue cayendo, metáfora de que nos vamos, pero lo demás continúa. Algunos compañeros, en el centro de la plaza, seguirán discutiendo apasionadamente los destinos del país; un viejito revelará cada día, nuevamente, los secretos de las matemáticas; los maestros del aerosol rifarán pinturas de cielos y delfines para vivir. Las palomas vendrán y se irán...y cada persona que con su propia historia a cuestas pase por la plaza, aunque no la relate dejará una estela vibrante, alimentará con sus pasos el latido de la plaza. La plaza de todos.

Contar después las monedas que se acumularon en la lata fue casi una profanación del momento. Al mismo tiempo, mirarlas nos da hoy la certeza de que no hemos imaginado todo esto.

Mientras el taxi nos lleva a casa, toco un par de piecitas...¿Qué mejor manera de terminar el día que dejar al taxista sumido en algo que nos late a melancolía?. Y lo dejamos partir, apenas iluminado su taxi con lo último que queda de sol, casi rozando no más la calzada, al vaivén de unos acordes de acordeón y de sus propios recuerdos...

lunes, 30 de marzo de 2009

La tía

No es un gran cuento, relatos de viaje ni confesiones de asesinato. Es mi tía, que llegó a las nueve menos veinte, desde Argentina. Es enfermera. Me cuenta las historias que escucha. Y ella, contándome esas historias, es ahora esta historia. En este papel, en esta pantalla, ella es la reina y la protagonista. El centro del universo. El oído y la voz bajita que hacían las preguntas en el hospital donde trabaja, mis ojos.

Oigo ahora, por ejemplo, a la viejita que todos los días va a tomarse la presión. Vive a la vuelta de la esquina del hospital, con su sobrina. Los enfermeros la llaman “el terror”. Es que a ella le encanta conversar...o mejor dicho, hacerse escuchar. Y todo lo que cuenta son penas, todos los días.

Aunque este es un hospital de obreros, viene ella, que no lo es. Como es italiana, su embajada se encarga. “No hace falta que venga todos los días”, dice mi tía que le dice. Pero vuelve.

Podemos también imaginar la expresión de mi tía, de 50 años, al ver a la chica de dieciséis que vino con su madre para el primer control médico del bebé. Al tercero fue sola y nerviosa. “Es que mi novio no me deja salir ni a la puerta, tuve que escaparme”, temblaba. Y mi tía, asustada también. “Es que allá los novios matan a las novias”, me aclara, con una cara que parece tener instalada una expresión de entre discreción y escándalo.

Así pasa la vida cuando en vacaciones no está, la tía. Noche por medio hace turno en otro hospital. Llegar, hacer la planilla de los medicamentos que debe dar durante la noche, hacer el pedido para el día siguiente, dar los medicamentos, partir. Y en cada camilla está cada enfermo. Los viejitos son fácilmente reconocibles cuando se levantan en la mitad de la noche. Sus pantuflas hacen un shh rítmico.

“Hasta ahora, no se me ha caído ningún paciente”, cuenta, con una media sonrisa. Me alegro, con ella. Ojalá la viejita italiana no la extrañe demasiado; no sé si desear que mi tía la vuelva a encontrar a su regreso.

24-03-09

Vou plantar minha terra

Ya está llegando el frío, hace dos días comenzó el otoño. En las impresionantes (por lo grandes, por lo viejas) construcciones del ex matadero municipal, hay tres alas. En la de la izquierda será la proyección de hoy: Vou plantar minha terra, entre las mejores películas seleccionadas por la CLACSO, parte del ciclo de cine de esta semana. El tema general del concurso fue “Experiencias de autoorganización y lucha”. Por estos lados de la tierra no falta esa fuerza, y por ello no se repiten los temas, los lugares, ni los títulos de lo que se presentará. Encontramos documentales desde Argentina, Bolivia, Chile, Brasil, voces de los lugares que le pisaron la garra a los intentos criminales de hacer de los sueños mercancía.

En la sala, alta y profunda, aunque angosta, hay sillas plásticas verdes en dos bloques y una alfombra gris que en pleno centro tiene la mesa con el proyector y el dvd. La proyección comienza tarde porque no hay demasiada gente. Un hombre de bigote y pelo café presenta la película y avisa que –es brasilera- no tiene subtítulos en español. Sólo en portugués y en inglés. ¿Cuáles preferimos?

Comienza. Subtítulos en inglés. Imágenes de anónimos recortadas sobre un titular de periódico: “los dueños de la tierra son ellos” y una música lenta, repetitiva, casi ritual.

Así entramos al momento preciso de una reunión previa a una toma de tierras. “Si yo tuviera tierra, la amaría. Viviría en ella, dormiría en ella, comería en ella”. Los otros, los que tienen los papeles oficiales, viven en otro lado.

….

El campamento fue quemado. Ellos esperan, allá. Y la función queda inconclusa, acá. Se apaga el reflector pero no se apaga el resplandor de verdad. No por que su imagen se borre de la pared blanca están ellos desapareciendo. Siguen allá, bien cerca, caminando. Ocupando, resistiendo, produciendo.

domingo, 22 de marzo de 2009

Ya llegó!

"Y...el zapato es para..."

Toda la indignación que ahogaste en risa, las abarcas, cáscaras de plátano, y miradas de censura que te aguantaste por respeto al diálogo o a la ciencia, puedes descargarlos acá. Bienvenid@ a la nueva sección de hidradelcuento.

Tomamos la posta del periodista iraquí Mountazer al-Zaïdi.
Ojo, al aportar no te olvides de especificar el objetivo del zapatazo, el por qué...y no olvides desde qué lado se lanzan los zapatazos...y desde cuál, los misiles.

Y el zapato es para....

No es nada personal. Déjenme recordar y compartir una frase que por su frescura y contundencia... quedó grabada en la Historia:

"¿Cómo van a ser mayoría los indios, si sólo se los ve en las esquinas pidiendo limosna?"

Uuuh... Habrá qué ver hasta qué punto ciertos ocios son creadores, y hasta qué punto,como fenómenos sociales, son un problema. Qué vergüenza.
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Zapatazo. Este dicho, irreproducible en otras circunstancias, sale nuevamente a la luz para inaugurar la nueva sección del blog.
Se recibe sugerencias para la próxima entrega de: "Y el zapato es para..."

MI PORVENIR

Acabaré de una vez por alcanzar un país de sonrisas.
Una brisa formada de caricias ya me lleva hacia él.
Se me invita, está ahí, me aguardan, se sabe que llego.
Porvenir, puesto que debes, puesto que vas a invadirme,
lleguemos a tiempo, escucha, más de prisa, acércate, atráeme,
porvenir, puesto que debes, puesto que vienes...

André Michaux

Allá adentro están...

Jorge Navarro

Fue tan valiente como para morir de tristeza
hablaba en las asambleas
y una vez hizo un periódico
tenía un acordeón
pero sabía que hay deber de cantar
y otro de morir
murió con los pies engusanados
por el lodo de bocayito
pero resucitó
el mismo día
y por todos los lados

Leonel Rugama

Magia en un hoy y medio

El mago Rizzuto no conocía ningún truco. Su número era bien sencillo: golpeaba su galera con una varita azul y luego esperaba que apareciera una paloma.
Naturalmente, la total ausencia de dobles fondos, de mangas hospitalarias y de juegos de manos conducía siempre al mismo resultado desalentador. La paloma no aparecía.
Rizzuto solía presentarse en teatros humildes y en festivales de barrio, de donde casi siempre lo echaban a patadas.
La verdad es que el hombre creía en la magia, en la verdaderamagia. Y en cada actuación, en cada golpe de su varita azul estaba la fervorosa esperanza de un milagro. Él no se contentaba con las técnicas del engaño. Quería que su paloma apareciera redondamente.
Durante largo tiempo lo acompañaron la desilusión y los silbidos. Otro cualquiera hubiera abandonado la lucha. Pero Hirsuto confiaba.

Una noche se presentó en el club Fénix. Otros magos lo habían precedido. Cuando le llegó el turno, dio su clásico golpe con la varita azul. Y desde el fondo de la galera salió una paloma, una paloma blanca que voló hacia una ventana y se perdió en la noche.
Apenas si lo aplaudieron.
(...)

Alejandro Dolina

Epitafio I

Y así murieron, felices para siempre.

A Paul Lafargue y Laura Marx, valientes suicidas, entre otras cosas, va dedicado este homenaje mediocre, pero suspirante, suspiroso y melancólico.

Nacer

Necesito un cuarto más cercano a la puerta de la calle
Una radio conectada a mi cerebro, con transmisión ininterrumpida de la violencia en el mundo
¿Ante qué, sino, se prueba hoy la fuerza de la ternura?

¿Cómo, sino, será destilado el centro cristal?
¿Dónde, templada la voluntad de la semilla
de los frutos de la rabia?

31/12/08